Una de la enfermedades hepáticas más comunes es la cirrosis hepática, que en el 99% de los casos produce cáncer de hígado
Las enfermedades hepáticas no producen síntomas hasta fases muy avanzadas de la enfermedad, lo que puede ser un problema a la hora de diagnosticarlas. Además no tienen tanto impacto en los medios de comunicación como otras enfermedades con menor mortalidad.
Una de la enfermedades hepáticas más comunes es la cirrosis hepática, que en el 99% de los casos produce cáncer de hígado. La cirrosis hepática es la consecuencia final de una inflamación crónica del hígado, de muchos años de evolución, que puede ser producida por diferentes causas y que se caracteriza por la lesión de células hepáticas, fibrosis masiva y nódulos de regeneración. Al cabo de 20-30 años, la cirrosis es irreversible.
Las causas más frecuentes de enfermedades crónicas del hígado son la hepatitis B, la hepatitis C, el consumo excesivo de alcohol y la obesidad. Al contrario de lo que se cree, menos de la mitad de las cirrosis son producidas por alcoholismo. La hepatitis A no se suele hacer crónica, tiene tratamiento, se cura y no produce en cirrosis.
El virus de la hepatitis B puede encontrarse en la sangre y en el hígado, su diagnóstico se realiza mediante la visualización de las partes del virus en la sangre. Es de difícil erradicación ya que se transmite por vía sexual y transfusión sanguínea pero su vacunación es muy eficaz. Es una enfermedad muy frecuente en nuestro medio, si se deja progresar puede ser una enfermedad muy grave. Los tratamientos son muy eficaces, permanentes pero de precio elevado . Los más eficaces son los interferones, el entecavir y tenofovir que frenan la progresión del virus pero no lo eliminan del todo. También se utiliza la lamivudina que además de tratar la hepatitis B se utiliza en el tratamiento del sida.
El virus de la hepatitis C se puede encontrar en el hígado y en la sangre. Tiene 6 genotipos diferentes. Su diagnóstico es mediante anticuerpos y virus en sangre. Su eliminación es difícil pero posible, se transmite sobre todo por sangre y no existe vacuna. Se transmitió mucho durante las transfusiones sanguíneas antes de 1992, ya que no se controlaba. Durante el 2014-2016 se espera que haya fármacos que consigan una curación cercana al 100%.
La enfermedad hepática alcohólica se produce cuando el consumo excesivo de alcohol es muy frecuente. Entre un 15-30% de las personas que consumen alcohol de una manera excesiva pueden desarrollar cirrosis. Existe riesgo de desarrollar cirrosis a partir de un consumo de 40-60 g/día de alcohol en los hombres y de 20-40 g/día en las mujeres durante más de 10 años. La cirrosis alcohólica es una causa muy frecuente de ingreso hospitalario, de visitas ambulatorias y de muerte. Un consumo no muy elevado pero mantenido es suficiente para provocar cirrosis y cáncer de hígado.
La esteatosis hepática no alcohólica es una enfermedad metabólica con hígado graso muy frecuente en pacientes obesos y diabéticos. Es una enfermedad cada vez más frecuente en el mundo occidental y la mayoría de casos se producen entre los 40 y 70 años. El principal tratamiento es corregir los factores de riesgo con la pérdida de peso mediante dieta, ejercicio y cirugía y no beber alcohol. El hígado graso no alcohólico es la nueva epidemia de enfermedad hepática crónica del siglo XXI.
Cuando todo esto falla la única solución es el trasplante hepático.
Desde la oficina de farmacia tenemos que aconsejar a los pacientes mayores de 40 años un control periódico en el médico sobre todo si el paciente tiene obesidad, consumo excesivo de alcohol, ha tenido una transfusión sanguínea antes de 1990, drogadicción y relaciones sexuales de riesgo.
En los pacientes con enfermedades hepáticas los AINES y las benzodiacepinas están contraindicados. El analgésico de elección es el paracetamol a dosis máximas de 2 gramos/día.
Los pacientes con cirrosis hepática que tengan fiebre, dolor de tripa, hinchazón, desorientación, disminución del volumen urinario, heces negras o sangre en las deposiciones tienen que ir a urgencias.
La prescripción de fármacos en pacientes con tratamiento antiviral por la hepatitis C o trasplantados en tratamiento con inmunosupresores tiene que estar hecha por su especialista ya que hay un elevado riesgo de interacciones farmacológicas potencialmente graves.
Es muy importante la determinación de anticuerpos contra la hepatitis C en la población de riesgo. El futuro es la determinación de biomarcadores sensibles de enfermedad hepática sobre todo de esteatosis no alcohólica.
El paracetamol es un fármaco que produce hepatitis por toxicidad directa dosis-dependiente. Dosis > 4 g/día pueden producir hepatitis aguda y Dosis > 15-20 g/día pueden ser mortales o requerir trasplante de hígado. Es una de las causas más frecuentes de insuficiencia hepática aguda en los países occidentales. La mitad de los casos son por intento de suicidio pero la otra mitad de pacientes han tomado dosis altas de forma no intencionada. Se aconseja no tomar una dosis superior de paracetamol de 3 g/día.